Cuenta el vate Víctor Manuel Arbeloa, en un artículo de opinión publicado en DIARIO DE NAVARRA del 5 de agosto, que ha leído un libro donde se demuestra que la toma del castillo de Amaiur fue un episodio menor. ¡Como que a estas alturas al españolazo Arbeloa le hiciese falta leer algo que viene defendiendo desde los años ochenta!
El cura Arbeloa, hijo de requeté, afirma tajante: “Amaiur no es símbolo de Navarra, ni de los navarros, ni de la independencia de Navarra, sino de unos navarros enfrentados a otros navarros”.
Añade que los ocupantes del castillo en 1552 eran franceses y navarros agramonteses pagados por el rey francés, y que se dedicaban al pillaje y al robo de los pueblos aledaños. Vamos que hacían algo parecido a lo que hicieron muchos años después sus correligionarios socialistas Urralburu, Aragón, Roldán…
Esa mala conducta fue la que motivó, según el fino historiador Víctor Manuel, que un ejercito de españoles y navarros beamonteses destruyeran el castillo. Pero ¡ojito!, “los ahorcados y decapitados fueron unos desgraciados de humilde cuna, mientras los señores ennoblecidos fueron perdonados una y otra vez y sus bienes restituidos”. Por lo visto los españoles ya tenían en el siglo XVI la misma conciencia de clase que el partido de Arbeloa en el siglo XXI.
En realidad, Arbeloa es un negacionista del pasado: “¿Qué tenemos que ver con ellos? ¿Qué se nos da de una situación tan lejana y distinta de la nuestra?”, se lamenta el ex presidente del Parlamento navarro. Le molesta enormemente que se conmemoren los 500 años de la última resistencia en Amaiur ante la conquista por las armas y la violencia de España a una Navarra independiente hasta ese momento. Pero sobre todo le molesta que la lucha por la independencia de Navarra que simboliza Amaiur, se proyecte en el presente.
Al principal promotor de la segregación del Partido Socialista Navarro del Partido Socialista de Euskadi y de pasar de defender el que Navarra formara parte del País Vasco, a formar una autonomía propia, a finales de los años setenta. No le interesa el pasado. Como no le interesa el pasado del Partido Socialista defensor de la II República, para constituirse en la actualidad en firme defensor de la monarquía de los borbones.
Está incomodo con la ikurriña en Amaiur, con la cartelería existente. Por el contrario, no muestra ningún malestar por la celebración el 12 de octubre de la fiesta nacional de España, también conocida como día de la Hispanidad, o de la leyenda de Covadonga, Don Pelayo y la reconquista, o “Santiago y cierra España”…
El cura Arbeloa es un nacionalista español que siente aversión a todo los que cuestione el imaginario español y la inquebrantable unidad de España.
No entiende que existe una voluntad manifiesta de una parte significativa de esta sociedad que intenta construir una “casa común” para todas las personas que viven y trabajan en este país, que tiene una historia y una cultura común y propia. Una casa amplia y diversa, donde quepan todas, con sus diferencias y peculiaridades, pero con una practica soberana y colectiva sobre todas las cuestiones que forman parte de la vida. Se trata de que todas las personas que formamos parte de este suelo común, decidamos la manera de construir una realidad social en la que vivir de forma libre y sin sentirse oprimidos ni conquistados.
Eso al poeta Arbeloa le suena a chino y como algo ajeno. No concibe la convivencia sino bajo el yugo de España, su monarquía, su lengua y sus instituciones, impuesta por las armas y mantenida por la represión hasta llegar el genocidio como en 1936.
Por eso es un negacionista del pasado y un manipulador de la historia, porque le es imprescindible para formar parte del actual modelo de impunidad y de opresión español.
Y por eso, sus artículos de opinión ocupan un lugar preferente en el periódico golpista de la derecha españolista. No existe un mejor altavoz mediático para la Navarra caciquil y derechista de la que Víctor Manuel Arbeloa forma parte.