Publicada el 27 de mayo y firmada por Marcos Sánchez, la noticia llevaba un titular que podía llevar a engaño: “Solo un 5,9% de navarros y un 2,7% de pamploneses usan el euskara en la calle”. Son datos y una valoración («solo») con la que es difícil no estar de acuerdo. Pero en la entradilla Sánchez, redactor jefe de DIARIO DE NAVARRA, mostró por dónde iban los tiros: «Según Soziolinguistika Klusterra, con financiación oficial navarra, la utilización se ha reducido: era de un 6,7% y un 2,9% respectivamente en 2016».
¿Por qué destacó Sánchez que Soziolinguistika Klusterra tiene financiación pública? Lo aclaró Luis M. Sanz, otro redactor jefe del diario de Cordovilla, en el breve apunte de opinión adjunto a la noticia titulado “La lengua, una opción personal”. Lo reproducimos íntegro: «A pesar del aumento significativo del gasto presupuestario del Gobierno foral en la promoción del euskara, es la sociedad navarra la que finalmente decide el uso que le apetece hacer de las lenguas. Incluso el intento del nacionalismo vasco de imponer la lengua vasca en determinados ámbitos, de forma artificial e injusta, consigue el efecto contrario. La elección de conocer y hablar un idioma debe ser una opción natural y personal, nunca exigida por razones ideológicas. El hecho de que el uso del euskara en Navarra y Pamplona se haya reducido en los últimos años es la muestra palpable de que la ciudadanía no está dispuesta a que le digan qué tiene que hacer o cómo debe hablar».
Luis M. Sanz pretende transmitir una normalidad en la que la ciudadanía elige en libertad otros idiomas que no son el euskara y el nacionalismo vasco, que al parecer tiene el monopolio del conocimiento y uso del euskara, pretende «imponerlo» a la gente normal «de forma artificial e injusta». Según Landa, Sánchez y la derecha política y mediática navarra en general, el euskara no es un idioma propio, es el idioma del otro, de una molesta minoría de navarros representada por el nacionalismo vasco. Es por esto que cualquier cantidad destinada al fomento de esta lengua navarra es demasiada. Porque, según su estrecha mentalidad, fomentar el euskara es fomentar el nacionalismo vasco. Desde ese prisma destaca Sánchez que Soziolinguistika Klusterra está financiado con dinero de instituciones navarras. Demasiado financiado. Para qué invertir tanto dinero en una lengua que divide a Navarra y que se muere. ¡Si solo la habla un 6% de la población! Y los que dividen Navarra nos lo quieren imponer de forma artificial e injusta… Mejor no invertir un solo euro y permitir que vaya extinguiéndose.
Aunque Sánchez y Sanz informan sobre una pérdida de hablantes, durante las últimas décadas el uso cotidiano del euskara en Navarra se mantiene entre el 6 y el 7% de la población. Esto ha sido así gracias al compromiso activo de miles de personas favorables al fomento del euskara y a pesar de las políticas de contención desarrolladas durante décadas por instituciones gobernadas por euskarófobos. También, por supuesto, a pesar de DIARIO DE NAVARRA, que lleva al menos 75 años generando rechazo al euskara desde la hegemonía mediática. Si las personas comprometidas con el euskara bajaran los brazos, este sucumbiría con el tiempo ante la presión de dos lenguas totalmente consolidadas como son el castellano y el francés y ante el boicot activo de aquellos que, en nombre de la libertad de elección, quisieran verlo desaparecer.
A pesar de ser obvio, parece que hace falta decir que nadie quiere imponer el euskara a nadie. Lo que quieren las y los euskaltzales es prestigiarlo, fomentar su uso, facilitar su aprendizaje en toda Navarra y derribar los muros de contención que lastran su expansión, entre otras cosas. Y ahí topan con DIARIO DE NAVARRA y con generadores de opinión como Marcos Sánchez y Luis M. Sanz, o como Íñigo González, cuya cobertura de la convocatoria de la manifestación de Kontseilua del 7 de mayo fue sencillamente infame.
El euskara es cultura navarra pero no es patrimonio de todos los navarros. Ojalá lo fuera, pero no lo es. No lo es de Marcos Sánchez ni de Luis M. Sanz ni tampoco de DIARIO DE NAVARRA. No lo van a aprender, no matricularán a sus hijos e hijas en modelo D para que lo aprendan. En el ejercicio de su libertad, dan la espalda al euskara y generan opinión y desprecio contra aquellos que quieren fomentarlo.