Luis Landa y su nostalgia se ahogan en las páginas de Diario de Navarra mientras Pamplona avanza

La crítica de su artículo es otro intento de encerrar Pamplona en una burbuja nostálgica y obsoleta.

En su artículo del 27 de abril en Diario de Navarra el señor Landa se empeña en revivir un pasado que ya nadie quiere. Su crítica a Asiron y la ciudad educadora es solo otro intento de encerrar Pamplona en una burbuja nostálgica y obsoleta.

Señor Landa, resulta casi entrañable ver cómo invoca grandes conceptos como ‘ciudad educadora’, ‘armoniosa convivencia’ o ‘educación permanente’ para, acto seguido, lanzarse al ataque más burdo contra el alcalde Asiron, el euskera, la memoria democrática y todo aquello que no encaje en su Pamplona de hace 50 años.

Dice usted que Asiron no está dispuesto a ‘implicar a todos sus vecinos’. ¿De verdad? ¿O será que lo que no está dispuesto es a seguir una visión de ciudad dictada desde la nostalgia y el miedo a la pluralidad? ¿Desde cuándo trabajar por la visibilidad del euskera —lengua histórica de Navarra—, resignificar símbolos de la dictadura o abrir espacios de participación es ‘sectario’? ¿Desde cuándo gobernar para todos, incluidos los que ustedes siempre quisieron invisibilizar, es motivo de expulsión de una asociación de ciudades educadoras?

Habla usted con desprecio de subvencionar asociaciones culturales, de apoyar el euskera, de cambiar nombres de calles que homenajeaban a regímenes autoritarios. ¿De verdad cree que educar es mantener a Pamplona encadenada a los nombres de militares y caciques? ¿De verdad piensa que fomentar la cultura navarra es un acto de exclusión, y no precisamente un acto de justicia?

La obsesión que demuestra con el euskera —una lengua que representa la diversidad de nuestra tierra— solo deja ver su incomodidad ante una realidad que ya no pueden controlar a golpe de bandera y silencio impuesto.

Usted acusa a Asiron de incumplir los valores de convivencia de la AICE, pero es precisamente su discurso el que fractura, el que enfrenta, el que niega el derecho de toda una parte de la ciudadanía a ser reconocida, visible y respetada.

Lo que usted llama ‘batalla ideológica’ no es más que el resultado inevitable de abrir ventanas después de décadas de cerrojos. Y sí, señor Landa, en una ciudad educadora se aprende a convivir también con quien piensa distinto. Pamplona no necesita regresar a un tiempo donde unos pocos decidían quién era ciudadano de primera y quién debía quedarse en silencio.

Pamplona necesita mirar hacia adelante, construir puentes, no levantar muros de amargura.
Así que no, señor Landa: Asiron no debería pedir la baja de la AICE. Lo que debería pedir es que algunos aprendan, de una vez por todas, que educar no es domesticar, que convivir no es uniformar, y que la Pamplona que viene será plural, diversa y mucho más libre de lo que a usted le gustaría.