Últimamente proliferan los personajes que podemos denominar “activistas del papel”. Eminencias que nunca se han implicado en ninguna movilización social, y que, sin salir de su atalaya de cuartilla, se dedican a impartir doctrina y a opinar sobre lo divino y humano. Algunas de ellas, por lo menos, lo hacen desde posiciones progresistas, en cambio otras, como en el caso de Víctor Manuel Arbeloa, lo hacen desde las trincheras más reaccionarias del pensamiento nacionalista español.
En el Diario de Navarra del 19 de febrero, en la sección de Opinión, escribe el que se autodefine como “escritor” unas reflexiones pseudopolíticas sobre el actual panorama, bajo el pomposo título de “Observatorio político de invierno”. Que en realidad no son sino un cumulo de estulticias vertidas por un falsario mentecato en cualquier tiempo.
Repasemos el recorrido que hace el “pringa papeles” desde su retrograda y mendaz mirada.
Comienza su libelo con un repaso a la situación de los países de América, totalmente focalizado en la forma de dominio de los políticos gobernantes, y con total ausencia de cualquier referencia a los importantes levantamientos populares que han conseguido imponer escenarios progresistas y hacer retroceder a la derecha, como los producidos en Bolivia, Chile, Perú, Honduras, Ecuador, Panamá y en Haití.
Estas movilizaciones en la calle y en las urnas contra los atropellos neoliberales y el imperialismo, no merecen la atención del observador Arbeloa trabado en lo que llama “La extremosa Constitución de Chile” o “el ridículo de la presidencia de Pedro Castillo en Perú”.
Sigue con Ucrania a la que califica como la “piedra de toque de toda política europea”, sin profundizar lo más mínimo en el triste papel que está jugando Europa en una guerra por delegación en donde Estados Unidos de Norteamérica mueve los hilos en su exclusivo beneficio ante el imperialismo ruso.
No nombra para nada a la OTAN, el ala militar del imperialismo occidental, mientras el FMI, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo forman parte del ala económica.
Por supuesto que el falsario Arbeloa no puede aceptar, ni siquiera nombrar, que la única solución aceptable en este conflicto pasa, como en otros, por permitir a la población original de los territorios en cuestión votar libre y democráticamente para su autodeterminación.
Ni el envío de tanques, ni aviones, ni armas, garantizan el fin de la guerra, si no existe un ejercicio pactado entre las partes para la realización de esos refrendos democráticos de la población.
En realidad estos dos apartados, tratados con el oficio de un mal torero, no son sino una burda excusa para dotar al infumable panfleto de un aura internacional y de falsa perspectiva mundial que sirva de introducción a lo que verdaderamente interesa al curilla fisgón y en donde se explaya a sus anchas: meterse con el gobierno de Sánchez y ajustar cuentas con la dirección del Partido Socialista al que perteneció y en estos momentos no se sabe si pertenece.
El falsario confunde malintencionadamente el delito de sedición con el de alta traición. El artículo 581 del Código penal sigue castigando con la pena de quince a veinte años de prisión al español que indujere a una potencia extranjera a declarar la guerra a España. Esto es el delito de alta traición. Lo que se modifica desde el 12 de enero de 2023,es el delito de sedición contemplado en los artículos 544 a 549 del Código penal, que quedan suprimidos y se incluye en el artículo 557 el delito de alteración del orden público agravado mediante violencia o intimidación.
Por supuesto que este tipo de delito en países como Alemania o Francia, no están castigados con cadena perpetua, como afirma el mentiroso Arbeloa.
Prosigue con la malversación de fondos públicos. El malandrín curilla dice: “se intenta hacernos creer que la malversación en provecho propio es peor que en provecho de un movimiento separatista o de la misma separación”. Ignora el amanuense del Diario de Navarra que hasta el año 2015 el Código penal español diferenciaba la malversación con ánimo de lucro (castigada entre tres y ocho años de prisión) de la malversación sin ánimo de lucro (entre seis y doce meses), y esto era admitido de forma pacifica tanto por gobiernos del PSOE como del Partido Popular, hasta que Mariano Rajoy promovió el cambio en la ley con el único objetivo de acabar con Artur Mas, presidente del Govern de Catalunya, estableciendo la misma pena para los delitos de malversación sin ánimo de lucro que con ánimo de lucro personal.
No se libra del reparto de mandobles desde la derecha, la Ley de Memoria Democrática, a la que despacha con el infame calificativo de “guerra-civilista”. El hijo de un voluntario requeté sigue llamando guerra civil a lo que en realidad fue un alzamiento fascista contra la legalidad republicana que, por supuesto, intentó defenderse tal y como lo hace hoy el pueblo ucraniano, de unos militares que cometieron crímenes de lesa humanidad y de genocidio.
La ley “Trans” merece el calificativo del ruin Arbeloa de “infame”, y la del “solo si es si” de “esperpéntica”. Cuando ambas normativas responden a aspiraciones fundamentales del movimiento feminista, relacionadas con la libertad para cambiar de identidad sexual que no deja de ser un constructo social, o colocar en la centralidad el consentimiento en las relaciones sexuales.
No podía faltar en el repaso del gacetillero, la referencia al aborto. Por lo visto para “Manolín” nunca ha sido un derecho, sino “un mal menor que había que despenalizar”, o una “mal trago”, equiparable a una operación de apendicitis. Nunca un derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo y su capacidad para concebir. Hasta el pepero Alberto Núñez Feijóo se muestra más progresista que el curilla de Mañeru, cuando lo reconoce como un derecho, aunque no fundamental.
Continua en su repaso criticando el poco entusiasmo puesto por el Gobierno de Navarra en la celebración del 40 aniversario del Amejoramiento del Fuero. Sin mención alguna a su antidemocrática gestación y que nunca se ha sometido a referendo popular,
Incluye una nostálgica referencia a sus compadres refundadores del PSN en el año 1974, los que se han ido y los que quedan. Con especial olvido y sin nombrar a su compinche Urralburu, también sacerdote como él, que ejerció como presidente del Gobierno de Navarra entre 1984 y 1991, además de como secretario general del PSN entre 1982 y 1994.
Finaliza su opúsculo preguntándose a sí mismo, como es posible que a los navarros (por lo visto las navarras no cuentan) no les importen la mentira y el engaño en la vida política. Curiosa forma de coronar un artículo repleto de falsedades, y simplezas reaccionarias.
Únicamente un periódico tan panfletario, manipulador y derechoso como el Diario de Navarra puede ser portavoz de este tipo de personajillos. Solo cabe esperar que tanto uno como otro acaben donde se merecen: en el basurero de la historia.