Lo que “Diario de Navarra” no cuenta sobre la transición

Urriak 07 2019

EGIALDE

Bajo el título de “Memoria gráfica de la transición”, el “Diario de Navarra” pone a la venta 200 láminas que reproducen otras tantas portadas “claves para entender el cambio que supuso la transición”. Quienes compren estas láminas se quedarán sin saber qué supuso realmente aquel periodo histórico, porque lo que oculta este diario es mucho más importante que lo recogido en esas portadas.

En primer lugar, lo que “Diario de Navarra” no dice es que la llamada “transición española” no fue una transición de la dictadura a la democracia, como machaconamente vienen repitiendo los medios de difusión españoles, sino una transición de la dictadura a la monarquía. Juan Carlos I fue nombrado rey por el propio Franco y juró acatar los principios del Movimiento Nacional, destinados a perpetuar el franquismo. ¿Hay algo más antidemocrático que un monarca, y además nombrado por un dictador?

Los años 1975-1983 fueron claves para acometer la reforma del franquismo frente a quienes defendían una ruptura con la dictadura, y el Estado español no dudó en recurrir al asesinato para imponer la reforma que más le convenía. Así, en junio de 1975 se creó el Batallón Vasco Español (BVE), una organización parapolicial que actuó hasta abril de 1981. Ese mismo año de 1975, pocos meses antes de su muerte, Franco había firmado la ejecución de cinco militantes antifranquistas, entre ellos Txiki y Otaegi, marcando así el camino a seguir.

En 1976 se celebró el referéndum para la reforma del franquismo, pero sin cuestionar la monarquía impuesta por Franco. El asesinato de cinco trabajadores en Gasteiz y de dos carlistas en Jurramendi dejó claro que las fuerzas reales del Estado español estaban dispuestas a todo para imponer su “nuevo” régimen.

En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones de ámbito estatal tras la muerte de Franco, que estuvieron precedidas por la muerte de siete personas durante la Semana pro-Amnistía realizada un mes antes. También hubo numerosos heridos de bala, pero estos hechos no parecen ser relevantes para “Diario de Navarra”.

Este periódico tampoco da importancia al hecho de que a esas primeras elecciones no pudieron presentarse los partidos independentistas, ya que la “democracia” española no quiso legalizarlos.

Un año después se aprobó la Constitución española, que fue rechazada en el conjunto de Hego Euskal Herria. Eran tiempos de gran ebullición política y social en los territorios vascos. Las manifestaciones del Aberri Eguna fueron multitudinarias y la mayoría de los partidos políticos defendían el derecho de autodeterminación, incluido el PSOE.

En ese ambiente llegó un nuevo golpe policial dirigido desde Madrid: muerte de Germán Rodríguez en los sanfermines del 78, muerte de Joseba Barandiaran en Donostia y salvaje asalto de la Policía española en Errenteria. La Fuerzas de Orden Público (FOP) gozaban de total impunidad para campar a sus anchas, tal como se vio también en la muerte a tiros de Gladys del Estal en junio de 1979.

La reforma del franquismo no acababa de cuajar, y la monarquía vio claro que era clave atraerse al PSOE a sus postulados. Este partido plasmó su deriva ideológica con los pactos entre Arbeloa y Del Burgo y la prohibición de la ikurriña en Nafarroa en 1980, pactos que se han prolongado durante casi cuatro décadas.

En 1981 llegó la muerte por torturas de Joseba Arregi en dependencias policiales de Madrid y el golpe de Estado de Tejero, que no hizo sino reforzar la figura de Juan Carlos I como garante de la “democracia”. Fue un puñetazo en la mesa para dejar claro quién tenía el poder real. Resulta significativo que en aquel “golpe” estaban implicados jefes militares que ni siquiera fueron juzgados, como el capitán general de Burgos y el gobernador militar de Gipuzkoa.

Pero esos datos no aparecen en la “Memoria gráfica de la transición” que difunde el “Diario de Navarra”, como tampoco aparecerá que en 1982 se aprobó el Amejoramiento Foral sin realizar una consulta a los navarros. Tanta invocación al navarrismo y resulta que luego ni siquiera dejan votar a los navarros sobre la ley más importante que rige su ámbito político.

La deriva del PSOE se completó con su renuncia al republicanismo y su apoyo a la monarquía emanada del franquismo. Felipe González encarnó ese viraje tras ser elegido presidente del Gobierno español en 1982. Ese mismo año el PSN se escindió del PSE y rompió lazos con sus compañeros de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Solo un año después se creó el GAL, una organización terrorista financiada por el Ministerio del Interior en cuya cúspide estaba el “señor X”, ese señor que ahora vive como un millonario y que ni siquiera ha sido juzgado por los 23 asesinatos cometidos por el GAL antes de disolverse en 1987.

Reducir la transición política española a 200 portadas, tal como pretende hacer el “Diario de Navarra”, es una aportación simplista al deseo de ganar la batalla del relato. Este periódico apoyó abiertamente la dictadura franquista mientras vivió Franco, y siguió apoyando a su sucesor y al sucesor de su sucesor. Lo que ahora nos cuente está condicionado por su pasado y por su ideología, no precisamente democrática.

La historia oficial presenta la transición como un proceso modélico que logró afianzar la “democracia” de manera “pacífica”, y así lo cree buena parte de la opinión pública española. Quienes prefieran conocer la verdad, pueden consultar los tomos de Euskal Memoria, y en especial el titulado “No les bastó Gernika”.

Mariano Sánchez Soler también hizo una exhaustiva investigación sobre la transición política y sacó a la luz una verdad incómoda: entre 1975 y 1983 la violencia política acabó con la vida de casi 600 personas y dejó otras 2.000 heridas de gravedad. No solo ETA y los Grapo ejercieron la violencia armada, sino que también hubo muchos crímenes impulsados por los aparatos del Estado. De hecho, 188 de los asesinados se consideran como violencia política de origen institucional, es decir, crímenes ejecutados para mantener el orden establecido. Y esos son precisamente los asesinatos menos investigados por los medios oficiales y los que han gozado de mayor impunidad.

Aquella reforma del franquismo no solo incidió decisivamente en su época, sino que sigue teniendo consecuencias 45 años después. No fue una transición de la dictadura a la democracia, sino de la dictadura a la monarquía, encarnada por los Borbones. El actual rey, tal como era su progenitor, es también el Jefe del Estado, y además ostenta el mando supremo de las Fuerzas Armadas.

¿Y cuál es el papel de estas Fuerzas Armadas? Basta leer el artículo 8 de la Constitución española surgida de aquella “modélica” transición:

“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.

Quienes quieran entender por qué sigue habiendo presos políticos vascos y catalanes en la actualidad, que repasen el proceso de la transición española. Quienes prefieran pasar un rato entretenidos y seguir ignorando las claves de esa transición, que compren las láminas del “Diario de Navarra”.