Bolivia se encuentra en estado de excepción provocado por un golpe de Estado que ha tenido como consecuencia el exilio del presidente Evo Morales y la instauración de la derecha en el poder sin ser elegida en votación alguna. Así se ha acabado con el gobierno progresista liderado por el dirigente perteneciente al MAS (Movimiento al Socialismo), en un claro proceso antidemocrático y bañado de la sangre de decenas de muertos y miles de heridos.
El golpe y su justificación viene auspiciado por el relato construido en torno a las últimas elecciones presidenciales celebradas en Bolivia el pasado 20 de octubre. Una narrativa de los hechos que se ha impuesto en los grandes grupos mediáticos y que se ha basado en atacar el proceso democrático del país latinoamericano trasladando la idea de un fraude electoral.
En nuestro entorno encontramos un Diario de Navarra servil a los golpistas que desde el inicio del conflicto se ha posicionado con sus proclamas.
A vueltas con el fraude
En perfecta sincronía con los elementos golpistas, la primera cobertura que el medio realizó a las citadas elecciones fue la del pasado 22 de octubre cuando ya habían transcurrido dos días desde que se celebrasen las mismas. El titular era el siguiente: “Movilizaciones para evitar un fraude electoral en Bolivia”. Para entonces, con el 99 % escrutado, El Tribunal Supremo Electoral había dado la victoria a Evo Morales por 10,5 puntos de diferencia; elemento que en base a la ley electoral del país eximía al gobierno de convocar una segunda vuelta.
La oposición denunció fraude y las oligarquías habían empezado ya una campaña violenta que se centró en hostigar a los lideres del MAS y en poner en cuestión el proceso electoral. Diario de Navarra obró de parte posicionándose de su lado.
Dos días después de esa primera nota, desde Cordovilla vuelven a arremeter contra el presidente y llevan a titular la significativa fórmula de “sospechosa victoria de Evo Morales”. Esta ha sido la sintonía de la interpretación que el medio ha ofrecido al conflicto. Las continuas referencias a la tesis del fraude y a la equiparación de los elementos golpistas con las movilizaciones en defensa de la soberanía democrática del pueblo de Bolivia constituyen una narración que en esencia es colaboracionista del golpe de Estado.
Voz a los golpistas
Día sí y día también encontramos en los artículos producidos desde su redacción elementos intoxicadores que trasladan la idea que ha servido de pretexto al golpe. Las notas más neutrales son las que se firman desde Bolivia pero las plumas de Cordovilla se han vuelto especialmente beligerantes con el mandatario indígena. Su voz ha estado cuasi ausente. Incluso cuando Evo ha aceptado demandas de la oposición que eran transcendentales para resolver el conflicto, tal y como lo son la aceptación de una auditoria externa o los diferentes ofrecimientos al diálogo.
En este sentido, encontramos que una pequeña nota situada en la última página de “internacional” de la edición del 27 de octubre fue la que dio cuenta, a duras penas, de la invitación que el presidente Boliviano transmitió a diferentes países para auditar los votos. A una columna y en dos escuetos párrafos al final de la página. Ocultación de facto si comparamos con la cobertura que hasta entonces el medio había ofrecido a las voces de la derecha y a la tesis del fraude.
Esta línea periodística ha tenido hitos importantes durante este mes y medio de cobertura al conflicto. A destacar el despiece que se le ofreció a la recién autoproclamada presidenta y por nadie elegida Jeanine Añez, recogiendo su voz y llevando a titular su reivindicación de falta de “democracia plena”.
Recordemos; ha sido el ejército golpista quien ha puesto a Añez la banda presidencial y su entrada a palacio se ha realizado con un atrezzo basado en una biblia de grandes dimensiones. ¿Será que a más de 500 años de la conquista española biblia en mano, ahora también el sistema político tiene que venir dirigido por las santas escrituras? No está de más apuntar que el candidato presidencial del partido de Añez, el Movimiento Demócrata Social, sacó tan solo el 4,24% de votos en las referidas elecciones.
El hecho de supeditar la democracia a la autoridad militar la encontramos también el 11 de noviembre cuando en el Diario se expresa que “Evo Morales dimite en Bolivia tras perder el apoyo de Ejército y Policía”. En Cordovilla dan por hecho que el ejército debe dar apoyo para que se pueda ser presidente. Curiosa concepción de la democracia donde un ejercito sublevado derroca a un presidente elegido en las urnas.
En esa misma noticia recogida a toda página se hace referencia una y otra vez a la auditoria que la OEA (Organización de Estados Americanos) había realizado sobre las elecciones. Ha sido un mantra, el de la OEA, que han repetido hasta la saciedad en su cobertura mediática y que ha servido, como se ha señalado, para justificar y consumar el golpe militar contra Evo.
Pues bien, esta auditoria ha sido denunciada en más de una ocasión. Recientemente lo han hecho mediante un manifiesto conjunto más de 100 académicos, economistas y estadísticos de todo el mundo. En el escrito piden a esa organización “que retire sus declaraciones engañosas sobre las elecciones” y exigen “que se respeten las instituciones y los procesos democráticos en Bolivia”.
Hay más. La legitimación del cese de Evo Morales ha llevado a que desde Cordovilla se hayan activado recursos como los análisis de opinión favorables al golpe. En este sentido, encontramos una columna de opinión del todo reveladora que, firmada por un profesor de la Universidad de Navarra (la del Opus), mencionaba que ya en septiembre sus interlocutores locales de Santa Cruz (feudo de las Oligarquías blancas) le hablaban del recurrente fraude. Nada es casual.
Así hemos llegado a diciembre. A principio de este mes, hace escasamente una semana, Diario de Navarra dedicaba su editorial a seguir alimentando , a más de 40 días de las elecciones, la tesis de fraude electoral. Saben perfectamente que esta ha sido el pretexto de todo lo acontecido.
La cobertura de Diario de Navarra hay que valorarla como tendenciosa y colaboracionista. Ni un solo carácter le han dedicado a llamar al proceso como lo que ha sido: golpe de Estado. Eso lo hace cómplice. En defensa de un periodismo independiente y veraz, en suma, de un periodismo al servicio de la democracia, nuestro deber es denunciarlo.