Cuestión de embudo

Junio 22 2019

Víctor Moreno
Profesor
(Publicado en GARA el 21-VI-2019)

El periódico de Cordovilla publica artículos firmados por Dulanz. Es un colectivo que, cobijándose en el anonimato, lanza dardos, pretendidamente venenosos, contra postulados de la izquierda plural. Actividad que encabeza con el epígrafe «Blanco sobre negro», aunque debería decir «Negro sobre más negro». En uno de sus artículos postelectorales, titulado “Desmemoria”, arremetía contra el alcalde en funciones, Asiron, a quien recriminaba por decir que «va a haber que pelear porque el candidato de Navarra Suma no gestione la memoria histórica». Lo dicho por Asiron era, según Dulanz, como «oír a Maduro defender la libertad y la democracia». Pues, tratándose de un miembro de EH Bildu, «carece de legitimidad para defender a cualquier tipo de víctima, mientras no reconozca y condene el daño causado por ETA».

Primero. Es lamentable constatar que un colectivo no disponga de más razones para descalificar las palabras y los actos protagonizados por un político abertzale que apelar a su relación pretérita o perifrástica con ETA y, ya no digamos, Maduro. Olvida que gentes de UPN, que siguen apoyando principios de los golpistas de 1936 y que nunca han abominado del holocausto navarro perpetrado por falangistas y carlistas, hablan de lo más granado de los derechos humanos habidos y por haber, sin que nadie les llame a capítulo.

Lo de Dulanz, más que argumento, es falacia y, más propiamente, un pésimo argumento ad hominem. Ser de EH Bildu imprime carácter de criminal que imposibilita llevar a cabo una «actividad normal», que dijera el conspicuo Maya. Ignoro si esta incapacidad se aplica únicamente al ámbito de la política o se extiende al resto de las actividades humanas protagonizadas por dichos miembros abertzales. Lo diré de otro modo. Ser político militante de Bildu, ¿te incapacita para ser profesor de Física o de Matemáticas? ¿No? Estupendo. Sin embargo, sí te impide, al parece, para ejercer de profesor de Historia. En cambio, quienes, siendo profesores de Historia militan en el partido de los normales de Maya, pueden explicar cualquier acontecimiento histórico de Navarra de forma objetiva, científica y neutra, como la «incorporación» de Navarra a Castilla de la que hablaba el exconcejal de UPN, Palacios Zugasti, sin que se altere el cotarro de historiadores a pesar de lo que dijera la insobornable María Puy Huici sobre este asunto.

El problema de este colectivo no es que hile de forma maniquea, es que no se ajusta a la verdad.

Recordemos. En 1998, un colectivo de 133 personas de la cultura vasca, tras el asesinato de Tomás Caballero el 6 de mayo de ese año, firmaron un manifiesto contra ETA, donde se condenaba la violencia y se exigía a la organización que dejara de matar. El manifiesto terminaba diciendo que «es evidente el daño que esos procedimientos infligen a la convivencia, el dolor que producen en la sociedad y las secuelas de dolor e indignación que llevan aparejados». Uno de los firmantes de este manifiesto era Joseba Asiron.

Más todavía. El 6 de mayo de 2019, en el homenaje a Tomás Caballero asistieron la presidenta del Gobierno de Navarra, Uxue Barkos; el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron; el delegado del Gobierno en Navarra, José Luis Arasti; además de miembros de la corporación municipal de todos los partidos políticos. Saque el lector sus conclusiones.

Segundo. Ignoro por qué se escandaliza Dulanz cuando Asiron advierte de los peligros que conlleva dejar en manos del normal Maya la administración de la Ley de la Memoria Histórica. Asiron no dice más que la verdad. Maya enviará dicha ley a la mierda. ¿O es que Dulanz tiene información privilegiada y sabe que con Maya de alcalde se derribará el Monumento a los Caídos, se terminará por adecentar el callejero limpiando de él nombres y vestigios de exaltación golpista que todavía permanecen en él y, sobre todo, invertirá del erario la cantidad suficiente para recuperar los restos de los asesinados en 1936 y que siguen en las cunetas, dándoles una sepultura?

Los herederos ideológicos del fascismo-franquismo navarro nunca hubiesen movido un dedo por defender una ley como la de la Memoria Histórica. Desde el principio, en el medio y en la era de la Normalidad maya, la han criticado y vejado con el más absoluto de los desprecios: ignorándola.

Dulanz sabe que está escribiendo en un periódico que dio por bueno el asesinato de 3.275 navarros en 1936. Sabe, también, que este holocausto, llevado a cabo con premeditación, alevosía y nocturnidad, nunca recibió la condena por parte de “Diario de Navarra”, ni de su Consejo de Administración, ni por parte de sus directores más inmediatos al golpe, Raimundo García, alias Garcilaso, ni por su hijo putativo ideológico, Ollarra.

Aplicando la lógica con la que Dulanz interpela a Asiron, preguntaría: esta carencia de autocrítica histórica por parte de los herederos de “Diario de Navarra”, ¿acaso le impide hablar de libertad, de democracia, de paz, de justicia, de constitución, de derechos humanos y de la paz del mundo mundial?

Le guste o no a Dulanz, el holocausto de 1936 forma parte de la memoria histórica de esta tierra y quienes lo perpetraron y le dieron cobertura ideológica antes, durante y después de la contienda, siguen sin reconocerlo. Entre ellos, como albaceas ideológicos, aquellos, que en la actualidad no han movido un dedo por hacer efectiva la ley de la Memoria Histórica. Entre ellos, Maya. ¿O, no?

Y ya puestos: ignoro si alguna vez ha condenado Dulanz el «holocausto navarro». Si no es así, estaría bien que dedicara un «Blanco sobre negro» a este asunto, conminando al Consejo de Administración del periódico en que escribe a reconocer su participación en 1936 en dicho holocausto y a pedir perdón a sus víctimas y a los familiares de estas. Porque convendrá conmigo en que, si no lo hace, su postura ética de exigir a los demás lo que él no cumple quedaría muy deslegitimada.

No sé si el talante de no caer en el fácil cinismo es propio de gente normal o paranormal –seguro que Maya lo sabe–, pero no estaría mal que lo adoptase Dulanz cuando se mete a fiscalizar comportamientos ajenos condenándolos sin paliativos. Me refiero a que sustituyese la ley del embudo –«lo estrecho para los demás, lo ancho para uno»–, por una variante de la ley de Murphy: «La probabilidad de que una rebanada de pan untada de mantequilla caiga con el lado de la mantequilla hacia abajo, es proporcional al precio de la alfombra».

Y que, blanco sobre negro, seguro que tendría la misma probabilidad que un militante abertzale cayera bien a Dulanz. Es decir, ninguna.