Del Burgo el falsario

Jaime Ignacio del Burgo ha publicado en Diario de Navarra el artículo “85 aniversario del bombardeo de Guernica”. Un monumento a la desfachatez, la manipulación y una autentica apología del genocidio franquista

El Diario de Navarra publica el 12 de mayo un artículo de Jaime Ignacio del Burgo titulado “85 aniversario del bombardeo de Guernica”. El artículo es un monumento a la desfachatez, la manipulación y una autentica apología del genocidio franquista, que, si la fiscalía tuviese conciencia de lo que son crímenes contra la humanidad, debería haber presentado la correspondiente denuncia ante los tribunales, contra el autor y contra el medio periodístico que lo publica.

El autor del artículo se auto presenta como “Jurista e historiador”. Más bien cabría calificarle de “leguleyo tramposo y falsario”. Su mezcla de subjetividad y arbitrariedad a la hora de manipular los datos es total, y su ignorancia y mala uva incluye el no respetar y escribir incorrectamente el nombre de la villa. ¡Entérese,señor del Burgo, el nombre oficial del municipio de Bizkaia, desde 1983 es GERNIKA LUMO! (BOE 22-04-1989).

En realidad, el personajillo no es más que un mamporrero del Partido Popular, que se dedica junto a manipular y defender la memoria de los golpistas de 1936, la autoría de ETA en los atentados del 11 M y a repartir sobres de dinero “B” del Partido a correligionarios.

Con motivo del 85 aniversario del bombardeo por aviones alemanes de la villa de Gernika, aprovecha para arremeter contra el Gobierno Vasco, y para ello su mejor y única fuente es la que aporta su compañero de partido y compinche en medias verdades, Carlos Olazabal, que formó parte del Parlamento Vasco hasta agosto de 2012 por el Partido Popular,  profesor de economía, obsesionado por desenmascarar el papel del PNV durante la contienda que mantuvieron los defensores de la República y de la legalidad democrática frente a los insurrectos fascistas y que acabó con la victoria de estos últimos y con la instauración de una larga dictadura.

¿Qué tendrá que ver la conocida ambigüedad del PNV ante la República, sobre todo por su clericalismo declarado, con el bombardeo de Gernika? Absolutamente nada, pero todo sirve para atacar a la memoria de los vencidos que tiene uno de sus exponentes en la destrucción deliberada de la localidad de Gernika.

El falsario del Burgo minimiza y ningunea la masacre de Gernika. Cierto es que la cifra de personas fallecidas está aún por establecerse, fundamentalmente porque los más de 60.000 m3 de escombro en los que la aviación nazi convirtió a la localidad no fueron retirados hasta 1941, bajo el régimen franquista que eliminó intencionadamente todos los registros elaborados por las autoridades vascas, borrando de esa forma la memoria de las víctimas.

Sin embargo, no es posible ignorar que el 85,22% de los edificios de la localidad fueron destruidos. Que se lanzaron unas 31 toneladas de bombas. Que Gernika, al igual que Durango, constituye un experimento con bombas incendiarias por parte de la aviación nazi, como preludio de lo que sería utilizado de forma generalizada durante la II guerra mundial.

De esta manera el mendaz del Burgo prosigue la estela que utilizaron los compinches falangistas de su padre el requeté, cuando adjudicaron la autoría de la destrucción de la Villa al bando republicano:

“El incendio se produjo ayer y Aguirre (presidente de la república de Euzkadi -sic-) ha lanzado la mentira -infame- porque es delincuente común, de atribuir a la heroica y noble aviación de nuestro Ejército Nacional, ese crimen. Se puede probar en todo momento que la aviación nacional no voló a causa de la niebla […] la España reconquistada por Franco, serena, tranquila, libre, feliz, junto al Ejército Nacional que vence al enemigo y reconstruye su patria […] las hordas rojas asesinan, martirizan, incendian, destruyen, llevan caos por todas partes” (recorte del diario Azul de la Falange Española de las JONS)

Contrapone el tramposo del Burgo a la conmemoración del aniversario de la masacre de Gernika, el supuesto silencio de las instituciones sobre el asalto el 4 de enero de 1937 de las cárceles bilbaínas donde fueron “asesinados 239 presos de derechas”. Oculta, de forma artera, que tales ataques a las cárceles de Larrínaga, Carmelo, Los Ángeles Custodios y Casa Galera, se produjeron como una reacción espontánea de la población tras los bombardeos franquista a Bilbao. Que las víctimas tuvieron verdad, justicia y reparación. Que se encuentran en una cripta en el cementerio de Derio perfectamente identificadas e individualizadas en sus tumbas. Y que durante, más de 40 años fueron objeto de homenaje por el consistorio Bilbaíno. Y que, en el año 2017, el Gobierno Vasco reconoció la injusticia que vivieron esas personas.

Nadie niega que hubo víctimas entre los que apoyaron el alzamiento contra la legalidad democrática de la República. Pero todas ellas han tenido reconocimiento, están identificadas desde el primer momento y, por lo que respecta a nuestra tierra, aún cuentan con el Monumento de Navarra a sus Caídos en la Cruzada Nacional que, por cierto, su permanencia constituye un incumplimiento flagrante de la legalidad sobre permanencia de simbología franquista.

Estamos hablando de una sublevación fascista que, en Navarra, sin haber frente de guerra y con la adhesión que, según el mendaz del Burgo se dio en esta tierra, se llevó por delante la vida de 3.507 personas asesinadas por requetés y falangistas,muchas de las cuales aún siguen ocultas en cunetas.

Estamos hablando de datos contrastados por historiadores serios, no como los del Burgo y Olazabal, que hablan de que, una vez finalizada la contienda, en la década 1939-1949, fueron fusiladas 40.000 personas, 15.000 murieron en prisiones franquistas y 450.000 tuvieron que exilarse para salvar sus vidas.

Respecto a los curas y monjas, al tahúr del Burgo habría que recordarle que, a los quince días de proclamarse la República, antes de que se hubiera producido ningún ataque anticlerical, el arzobispo de Toledo y cardenal primado, Pedro Segura, publicó una pastoral en la que además de elogiar al fugado monarca Alfonso XIII, alentaba a combatir a la República porque “cuando los enemigos del reinado de Jesucristo avanzan resueltamente, ningún católico puede permanecer inactivo”. Por supuesto, que esto no justifica la muerte de curas y monjas (6.832, según Antonio Montero y Julián Casanova). Todos ellos identificados y algunos elevados a los altares. No ocurre lo mismo con los religiosos vascos asesinados por los golpistas.

La desfachatez del falsario del Burdo llega hasta el extremo de atribuir el alzamiento fascista y el enfrentamiento armado que le siguió, al “golpe de estado del PSOE y la UGT contra la República para instaurar la dictadura del proletariado en octubre de 1934”.Cuando en realidad se trató de una huelga general, abortada por la autoridad republicana y cuya consecuencia inmediata fue la entrada en el Gobierno de la derechista CEDA, que, a pesar de estar en el Gobierno republicano, no llegó nunca a reconocer la legitimidad de la II República.

Los únicos golpistas fueron los sectores derechistas y la Iglesia que lo intentaron en agosto de 1932 en respuesta al triunfo republicado-socialista de 1931, y volverían a hacerlo en julio de 1936, tras su derrota de febrero ante el Frente Popular.

En resumidas cuentas, que el falsario del Burgo sigue en su línea de defender y justificar el golpe de 1936, la dictadura franquista y sus crímenes. Si se hubiese cerrado de forma correcta, desde parámetros democrático y de defensa de los derechos humanos, este penoso capítulo de nuestra historia reciente no habría lugar para este tipo de personajillos y sus apologías fascistas, ni para los medios de comunicación como el Diario de Navarra que se hacen eco de sus barbaridades. Pero como lo que se hizo fue un mal apaño basado en el silencio impuesto, la impunidad y el mantenimiento del relato de los vencedores, tenemos que aguantar sus sartas de falsedades.

¡Qué largo se nos está haciendo para algunas y algunos el franquismo!