El Síndrome de Hubris de Iñaki Iriarte

A tenor del contenido del artículo que Iñaki Iriarte escribe en DIARIO DE NAVARRA el día 24 de junio, con el título “Bildu y la democracia”, se puede inferir que dicho personaje padece del Síndrome de Hubris

El término Síndrome de Hubris es un concepto griego que significa “desmesura”. Alude al ego desmedido, a la sensación de omnipotencia, soberbia y arrogancia que lleva implícito el desprecio hacia los demás.

Es un trastorno psiquiátrico adquirido que afecta a personas que convierten cualidades como la confianza y seguridad en uno mismo, en carencia de humildad y empatía con los demás, lo que los lleva a ejercer el poder en cualquiera de sus formas.

El artículo “Bildu y la democracia” del Sr. Iriarte, a la sazón profesor de la EHU/UPV y parlamentario foral de Navarra Suma, es de manual de alguien que padece dicha patología. Esta vez enfocando sus fobias hacia EH Bildu.

Dice el enfermo Iriarte que es una “incongruencia que nadie reproche a Bildu que se presente como adalid de la participación democrática, cuando el sábado iba a manifestarse -vía SARE- a favor de los presos de ETA”.

Confunde el Sr. Iriarte, seguramente debido al trastorno que padece, lo que es una manifestación en reivindicación del cumplimiento de los derechos de las personas presas, con estar a favor de ETA, por cierto, organización ya desaparecida.

A pesar de su condición de profesor y parlamentario, el Sr. Iriarte parece desconocer que las personas presas son sujetos de derechos. Lo dice el artículo 25.2 de la constitución española, que, por lo visto el Sr. Iriarte desconoce:

El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este Capítulo, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo condenatorio, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad”

Una persona, pese a estar privada de libertad, conserva los derechos fundamentales. Tiene derecho a la vida, a la salud, a la educación, al trabajo, a que se repete su dignidad, a que se le aplique las medidas legales para su reinserción…

Y el caso, es que, en las cárceles del Estado español, no se respetan esos derechos, y se incumple hasta las mismas normas del Reglamento Penitenciario. Y ese cumplimiento de lo que dice la ley, es lo que se pedía en la manifestación del pasado 18 de junio, convocada por SARE, apoyada por EH Bildu y muchos otros colectivos.

Persiste el Sr. Iriarte en su paranoia aludiendo a la supuesta utilización que EH Bildu hace de los organismos populares y de su concepto de “democracia participativa” como una “vía para destruir la democracia representativa”, “la única democracia viable”.

Por desgracia su enfermedad le impide comprender que en las sociedades actuales la democracia representativa es insuficiente para garantizar la eficacia y la eficiencia en la gestión pública. Las decisiones que se toman sobre políticas públicas nos afectan a todos y a todas. Por ello, cada vez más, se hace imprescindible incluir a los ciudadanos en los procesos deliberativos, de discusión y decisionales de una nueva gestión pública, con mayor participación ciudadana.

El problema de la participación ciudadana no es tanto definirla como ponerla en práctica. De todas formas, cualquier persona puede entender que la participación ciudadana se refiere a una serie de ideas y de actividades que favorecen un mayor empoderamiento de los ciudadanos en los asuntos públicos que les afectan.

Es el concepto político por excelencia de cualquier democracia. Sin participación abierta no hay democracia. Por lo tanto, la democracia participativa es un concepto redundante, si bien ayuda a reforzar la idea de la participación en unos sistemas democráticos que muchas veces limitan y canalizan la participación en unos procesos muy concretos y que pueden desvirtuar el sentido del “gobierno del pueblo”.

El Sr. Iriarte se remonta a los años 70, aunque Bildu se crea en el 2011, para rebuscar en lo que considera sus antecedentes políticos y fundamentar el carácter antidemocrático de esa formación.

Pero si de verdad quisiera encontrar auténticos depredadores de la democracia representativa, debería ir un poco más lejos en el tiempo y señalar a los predecesores de UPN y del PP, que no son otros que los requetés, falangistas y militares golpistas de 1936 y lo que hicieron con la II República, el sufragio universal, la representatividad democrática, el derecho de asociación, las libertades democráticas…

El síndrome que padece el Sr. Iriarte le hace sentar catedra en cuestiones de democracia, cuando, en su delirio y confusión mental, no tiene ningún reparo en compartir mesa y mantel con los más recalcitrantes requetés, que reivindican las figuras de Franco, Mola y Sanjurjo y su “santa cruzada”.

Solo queda recomendarle al Sr. Iriarte el mejor tratamiento para combatir los síntomas que padece: practicar la humildad y sobre todo baños de asiento (mano de santo). Desde luego el púlpito de Diario de Navarra no es un buen espacio para ello.