El Diario de Navarra desde sus inicios allá por 1903, siempre ha sido un instrumento de la derecha reaccionaria y del integrismo católico. A partir de 1929, bajo la dirección de Raimundo García García (Garcilaso) el periódico reforzó su ideología antiliberal, antidemocrática y sobre todo, anti vasca, convirtiéndose en un elemento fundamental del golpe militar fascista de julio de 1936.
Su orientación ideológica se ha ido reforzando y modulando a lo largo de los años, de tal manera que hoy en día es la plataforma preferida de las élites neoliberales del corralito foral. Sus artículos de opinión son patrimonio exclusivo de los grupos de presión empresariales, de los intereses de las grandes corporaciones económicas, del OPUS y de formaciones políticas derechosas como UPN y PP.
A largo de su trayectoria, este instrumento reaccionario ha intervenido de forma artera para entorpecer e incluso impedir gobiernos en los que no estuvieran presentes los partidos que defienden y representan el pensamiento nacional católico integrista que fue y sigue siendo el sustrato ideológico de los fascistas que se alzaron contra la Segunda República, en lo que llamaron la “santa cruzada”, imponiendo una dictadura durante cerca de cuarenta años.
Una de sus actuaciones más execrables, fue la llevada a cabo el 18 de junio de 1996, hace ahora veintiocho años.
Desde julio de 1995 el Gobierno de Navarra estaba presidido por el socialista Javier Otano, con el apoyo del CDN y Eusko Alkartasuna. En mayo de 1996, el Gobierno de Navarra adoptó un acuerdo para establecer una colaboración permanente entre la Comunidad Foral de Navarra y la Comunidad Autónoma del País Vasco, cuya plasmación sería la creación de un Órgano Permanente de Encuentro entre ambas Comunidades.
Parecido acuerdo es aprobado por el Gobierno Vasco, bajo la presidencia de José Antonio Ardanza, y el 11 de junio de 1996 el Parlamento de Navarrale da su visto bueno y lo remite a las Cortes españolas para su definitiva aprobación.
Esta fue la chispa que prendió todas las alarmas en las filas de la derecha. Dirigentes de UPN como Miguel Sanz, Rafael Gurrea, Javier Marcotegui y Javier Aizpún, amenazaron personalmente a Otano con hacer caer su Gobierno si no rompía con el acuerdo de colaboración permanente.
El ideario españolista y de “una, grande, aunque no libre” del franquismo impregna de tal manera a formaciones como UPN, que les hace reaccionar como los “perros de Paulov” ante cualquier atisbo de conformación de algo que suene, aunque sea remotamente, a una unidad de Euskal Herria incluyendo a Navarra.
¡Vaya si cumplieron con su amenaza! Y el instrumento elegido fue, como no, el Diario de Navarra.
Efectivamente, el 18 de junio de 1996, el rotativo de Cordovilla, en primera página publica una noticia bomba: “El presidente del Gobierno de Navarra, Javier Otano, tiene una cuenta secreta en Suiza a su nombre y el de su esposa”. Dejando caer la idea de que tal cuenta contenía la mordida por la venta de la factoría Safel a la multinacional Siemens.
Llovía sobre mojado para los socialistas, pues hacía apenas un año que había estallado el caso del corrupto Urralburu.
Javier Otano presentó su dimisión a las horas de publicarse la noticia en el Diario de Navarra. Años más tarde, en 2001, el caso fue archivado al considerar la judicatura que no existía ningún dato de que Otano hubiese recibido dinero de la multinacional.
Pero el mal ya estaba hecho. El Gobierno de coalición entre el PSN, CDN y Eusko Alkartasuna se fue al garete, así como el Órgano Permanente con la Comunidad Vasca.
Y en septiembre de ese mismo año (1996) fue investido Miguel Sanz como presidente del Gobierno de Navarra, cargo que ostentaría durante 15 años. Tras la vergonzosa negociación entre el PSOE y el PP para facilitar el desembarco de UPN en el Gobierno de Navarra, a cambio de la no presentación de acciones legales contra miembros del PSN (los Asiain, Tajadura, López Mazuelas…). Una vez más el futuro de Navarra se negoció en Madrid.
Resulta curioso que los rumores sobre quien le dio el chivatazo de la existencia de la cuenta secreta en Suiza al pasquín de Cordovilla recaen en el inefable vate Víctor Manuel Arbeloa. Y a juzgar por el espacio que viene ocupando el curilla con sus infumables panfletillos en el Diario, puede que sea cierto.
Otros apuntan a que el soplo proviene de otro personaje permanente en todas las salsas derechosas: Jaime Ignacio del Burgo, a quien a su vez le habría hecho participe su colega Jaime Mayor Oreja, a la sazón ministro del Interior.
Sea como fuese, la cosa es que gracias a la intervención del Diario, UPN consiguió anclarse en el Gobierno de Navarra, y se defenestró una vía que habría podido incidir en la creación de un marco conjunto de colaboración entre las Comunidades Navarra y Vasca, afianzando la legitima aspiración democrática a la unidad de Hego Euskal Herria.
Así, el rotativo de Cordovilla prestó, una vez más, un inestimable servicio a su gente: la derecha reaccionaria navarra. Y en ese empeño sigue desde su fundación. Habiendo alcanzado el discutible honor de ser, junto con el pacharán, el producto de Navarra que más daño ha causado y causa entre la población.