Como una ola

Prosigue el Diario de Navarra en su cometido de ser el medio de expresión privilegiado de la derecha navarra. En el ejemplar del 27 de mayo de 2024, recoge el testigo de la soflama reaccionaria la parlamentaria de UPN, María Jesús Valdemoros Erro.

Su perorata va de los peligros que nos acechan por una virtual séptima ola, generada por el incremento de la presión fiscal que acabará ahogándonos.

Tiene gracia que comience su diatriba trazando una similitud entre los estragos que está causando el cambio climático en los países insulares del Pacífico y del Caribe, y los efectos también dañinos que dice está causando la presión fiscal en Navarra.

Equiparación cogida por los pelos ya que no guardan ningún tipo de equivalencia una cosa con la otra. Y que puede responder, primero a que la “plumilla” necesitaba, como diera lugar, completar un número determinado de caracteres para llenar el espacio de un artículo medianamente presentable.

Y, segundo por dar de paso una pátina ecologista a una formación como UPN. Pero, ya lo dice el refrán: “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.

UPN es a las medidas contra el cambio climático y la crisis ambiental global, como el agua al aceite: no emulsionan. Y el último ejemplo lo tenemos en su reciente propuesta presentada en el Parlamento navarro para modificar la Ley Foral 4/2022, de cambio climático y transición energética, con el objetivo de suprimir el artículo que incorpora la perspectiva climática en los instrumentos de planificación urbanística. Porque entienden que tal inclusión resulta un obstáculo y entorpece los intereses de los promotores de viviendas.

Ecologistas sí, pero siempre dentro de un orden: al servicio de los intereses de las patronales y del capital.

Entrando al “leitmotiv” de la gacetilla. La autora que ha pertenecido a varios consejos de administración de empresas como Autopistas de Navarra, SA, Sociedad de Desarrollo de Navarra SA…, todas ellas con otros personajes de UPN, anuncia el futuro tan nefasto que espera a la ciudadanía de la Comunidad Foral por el incremento de la presión fiscal a la que la están sometiendo los gobiernos que se vienen sucediendo en Navarra desde 2015 (desde que UPN lo perdió y no ha vuelto a recuperarlo)

Las argumentaciones que fundamentan esa predicción son una sarta de afirmaciones tendenciosas que responden única y exclusivamente a los intereses de los poderes económicos de las clases pudientes que, de forma tan perfecta, defienden UPN y el Diario de Navarra.

Afirma que la prueba de tal desastre económico es que Navarra ha bajado en el ranking de las comunidades más competitivas, del puesto 9 al 13.

Lo que no cuenta la parlamentaria de UPN (que por cierto, se levanta 56.000 euros anuales por el cargo público), es que quien hace esa clasificación de las comunidades más competitivas, es el Instituto de Estudios Económicos (IEE), una entidad privada creada por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE). Es decir, un think tank (anglicismo que quiere decir “grupo de presión”), formado por empresarios.

Sus conclusiones reflejan exclusivamente el punto de vista de la patronal. Para ellos un marco fiscal competitivo es aquel que favorece el crecimiento empresarial, propicia una mayor acumulación de capital y mejora la productividad. Lo que significa la existencia de una menor presión fiscal. Por el contrario, una mayor carga tributaria supone desincentivar la inversión y la deslocalización hacia otros territorios de fiscalidad más favorable para el empresario.

De ahí que en la clasificación en la que Navarra ha bajado al puesto 13, el primer lugar lo ocupa la Comunidad de Madrid, gracias a la reducción del tipo impositivo en el IRPF y la eliminación de todos los impuestos propios.

Las autonomías con menor presión fiscal ocupan los primeros puestos de privilegio para los intereses de las empresas, pero no son las mejores en cuanto a los servicios públicos, sanidad, educación…, sino las que alcanzan peores cuotas en cuanto a prestaciones sociales fundamentales para la ciudadanía.

Los impuestos son la fuente de financiación de las instituciones públicas. Sin impuestos, no hay ingresos. Y sin ingresos, no hay gastos. Un mayor nivel de ingresos públicos puede garantizar un mayor nivel de gasto público y, por consiguiente, la mejora de los servicios públicos y unas prestaciones sociales de calidad. Lo que constituye una forma de redistribuir la riqueza de una manera más justa y equitativa, reequilibrando las desigualdades sociales.

Los impuestos que pagamos se dividen en dos grandes apartados: los directos que son los que se pagan en relación con la capacidad económica, y los indirectos que son los que se pagan por igual, sin tener en cuenta la capacidad de cada persona (ejemplo el IVA). En Navarra la recaudación impositiva es de un 53,1% por impuestos directos y un 46,3% viene de impuestos indirectos.

Lo que no aparece en el opúsculo de la parlamentaria de la derecha es que del total de los impuestos directos que se recaudan en Navarra, el 60,3% lo aportan las rentas del trabajo a través del IRPF. Por el contrario, el impuesto de Sociedades, lo que pagan las empresas, supone en Navarra el 15,1% de los impuestos directos.

Es decir, que en Navarra las empresas pagan por el Impuesto de Sociedades cuatro veces menos que las rentas de trabajo en el IRPF. Y el porcentaje sobre el PIB que supone la presión fiscal del Impuesto de Sociedades en Navarra (1,6%) es un punto menor que en el conjunto del Estado (2,6%)

En relación con el Impuesto sobre el Patrimonio que pagan quienes poseen una base imponible superior a 300.506 euros o un valor en bienes superior a 601.000 euros, en Navarra se recaudó en el año 2022 mucho menos que se hacía en el año 2014, cuando gobernaba UPN.

En realidad, la política fiscal de los gobiernos que se vienen sucediendo en Navarra desde 2015, no ha supuesto una ruptura con la que se venía manteniendo con UPN. Las empresas y las rentas altas de capital siguen siendo objeto de una fiscalidad ventajosa para sus intereses.

La reforma fiscal aprobada por el Gobierno navarro para 2024, se ciñe a algunos retoques en cuanto a establecer deflactaciones de la tarifa y el aumento de mínimos personales y familiares en IRPF, pero sigue estando pendiente una reforma fiscal de calado.

UPN se mostró favorable a estas medidas, anunciando su voto a favor. Fue la moción de censura en el Ayuntamiento de Iruñea la que le llevó a votar en contra, a pesar de estar de acuerdo con su contenido.

Nada de esto aparece en el panfletillo de la Valdemoros. Si la cuestión es compararnos con la fiscalidad de Madrid, no hay color, pues en esa Comunidad reina el neoliberalismo más salvaje: nada de impuestos, todo para las empresas y la libertad de mercado.

No podía faltar, como buena alumna del raquítico pensamiento político de UPN, la “boutade” de sembrar la duda de si “el empeño en actuar diferente en comunidades vecinas” (se refiere al PNV, Geroa Bai, EH Bildu y PS) no tendrá como oscuro objetivo “Diluir Navarra a integrarla en lo que hoy es el País Vasco”. Un “déjàvu” presente en cualquier discurso de la derecha navarra, ya militen en UPN o en el PP (todos tienen su pulpito y su ventana en el Diario de Navarra), que les homogeniza y que es, junto con la defensa de los intereses de clase capitalistas, el mantenimiento del corralito foral y el odio a muerte a todo lo que signifique vasco, las únicas referencias estables de su miserable bagaje político.

Retorcer la realidad para adecuarla al mensaje político de la derecha, es lo que practican UPN y el Diario de Navarra. Dolidos por la pérdida de lo que consideran sus legítimos puestos en las instituciones públicas, no es al mito de la séptima ola a lo que debería referirse la “experta en business”, sino a la canción de la tonadillera Rocío Jurado “Como una ola”, cuando solloza por el amor (en su caso los puestos en las instituciones)perdido: “Sin escuchar las voces en el viento/Como una ola se fue su amor/Como una ola”